Para el comienzo del viaje

viernes, 29 de julio de 2011

Día 20 (28 de julio, kathmandu-Delhi)

Esto es increíble: madrugamos más que los nepalíes. Para cuando bajamos a desayunar, las tiendas siguen sin abrir y hay pocos bares. Nos tomamos un desayuno "yak breakfast", que tiene buena pinta: café, tostadas con mantequilla y mermelada, zumo de mango y tortilla francesa. Y todo por 1,50€.

Tenemos 4-5 horas por la mañana antes de irnos al aeropuerto y coger un avión con destino a nuestra ciudad preferida después de Jaipur: Delhi. 

Hacemos alguna última compra, preparamos las maletas (que ahora sí, son unas cuantas) y nos damos una ducha antes de hacer el check out. Lo gracioso es que el día que entramos al hotel, el chico nos enseño la habitación y al preguntarle cuánto era, nos dijo que 25$. Le dijimos que no, que le pagabamos 10 y aceptó al instante. Pues al hacer el check out, el tío nos quería cobrar 2500 rupias (25 euros) por dos noches y dos cenas, una de la cuales estaba pagada. Hacemos nuestras cuentas y nos da que son 1900. Y eso es lo que le pagamos.

Nos vamos y pedimos un taxi. Para uno y al decirle que queremos con taxímetro, nos dice que no, que al aeropuerto 400 rupias primero y 300 después. Nosotros queremos taxímetro, que siempre es más barato (y ellos lo saben), así que paramos a otro que sí acepta pero nos da más vueltas. Aún así el viaje nos sale por 225.

Otro día más en el aeropuerto y otro día más que alucinamos con su funcionamiento. Es difícil pero me explico: 

-Antes de entrar al edificio, hay que enseñar pasaporte y billete de avión, por lo que las despedidas son fuera aquí también.

-Al entrar al edificio, hay que enseñar billete y pasaporte, además de pasar las maletas por una máquina infrarrojos y nos cacheen.

-Una vez dentro, hay que subir unas escaleras para coger el avión, pero antes de subir las escaleras hay que enseñar billete y pasaporte.

-Arriba te tiene que sellar una hoja de salida.

-Para ir a la puerta de embarque, hay que enseñar todo lo que uno lleva en la mochila, y aunque parezca mentira, hay que volver a enseñar billete y pasaporte.

-Para coger el autobús que nos lleve al avión, hay que enseñar billete y pasaporte, como en un aeropuerto normal.

-Antes de subir al avión, otra vez a abrir la mochila y cacheo.

-Y ya por último, para subir contentísimo al avión, otra vez a enseñar billete y pasaporte.

Ahora, aquí viene el chiste: cuando nos sentamos en nuestros asientos, nos damos cuenta de que Borja lleva unas tijeras y cuchillas en la mochila. 

Es curioso también ver en el aeropuerto cómo hay más operarios holgazaneando que pasajeros. Hay un momento donde contamos 15 personas alrededor sin hacer nada y aparentando que trabajan: dos chicas que, supuestente, reparten identificadores de mochilas, una señora que deambula por ahí, un tipo que les echa unas cuantas miradas e intenta ligar con ellas (con poco éxito), dos que toman un café y otro que se dedica a pasear.

Esto es lo que se llega a hacer cuando se pasa tanto tiempo en un aeropuerto.

Al fin, después de 4 chequeos, 20 revisiones de billetes y pasaporte y un sellado del visado, el avión despega sobre las tres de la tarde.

Llegamos sin problemas a nuestra querida India (o incredible India, como dijo nuestro querido Weiner). 

Nada más salir de avión ya se nota la humedad y ese "olor a calle". Tenemos prisa, que el stand de Lufthansa cierra a las 17.30 y tenemos que hacer el tema del visado.

Sobre las 17h nos vamos a todo correr a preguntar si nos pueden cambiar el vuelo. Ahí hay una oficina  que es la misma para Lufthansa, Air France o British, un el mismo chico trabaja todas las compañías. Al principio no nos pone ningún problema, pero luego nos dice que él no puede hacer nada, que tenemos que llamar a un número. 

El problema es que, como bien he explicado, si sales del aeropuerto necesitas un billete para volver a entrar en el aeropuerto, y sino, es practicamente imposible ponerte a explicar esto a lo polis. Les decimos que tenemos que hacer una llamada y, una vez más y ya van veinte mil, tenemos que enseñar billete de avión y pasaporte para hacer una simple llamada. Lo de los aeropuertos de la India y Nepal nos dan para otro blog entero.

Llamamos y no hay manera, no nos pueden cambiar los vuelos, así que nos quedamos una semana más en nuestra querida India. 

Lo bueno es que es llegar y viva las aventuras.

Cogemos taxi al hotel y el chófer no tiene ni idea de dónde está. Ni siquiera sabe dónde esta ésa zona ni sabe leer el mapa. No saben situarse y supongo que será porque no saben leer. Total, que el figura nos dice que para qué ir hasta ahí, que hay mejores y más baratos cerca (lo dudamos). Nos lo tomamos a cachondeo y le decimos que nos enseñe uno.

Vamos al hotel este que dice el amigo que es mejor y más barato. Por fuera no tiene mala pinta, así que entramos y le decimos al jefe que nos enseñe una habitación. Subimos, abrimos la puerta y el chico pone el ventilador del techo (dato importante). Echamos un vistazo al baño, a la cama y corremos las cortinas, a ver que vistas tan maravillosas tiene. En ese momento salen dos pajaros que se escondían detrás de la cortina y, sin rumbo, uno de ellos corre la mala suerte de estrellarse de pleno con el ventilador. Resultado: pajaro amputado y cadáver encima de nuestra cama. La pata se queda colgando en el ventilador y el jefe dice que "no problem", que se puede dormir ahí (mientras aparta el cuerpo del pájaro fenecido). El ataque de risa nos dura unos cuantos minutos, lo que tardamos en salir del hotel rumbo al que teniamos en mente.

Tardamos un buen rato en encontrar el hotel, ya que el chófer no tiene ni idea y le tenemos que guiar nosotros. Hay un momento que el muy caradura tiene la geta de cabrearse y echarnos la culpa, cuando el tío no sabe si está en Delhi o en Pekín. 

Al fin encontramos el hotel, pero llegamos calados, que el monzón se hace notar. Después de regatearle un poco al jefe, nos da una buena habitación con aire acondicionado y un baño decente. 

Nos damos una ducha caliente y vamos a hacer la compra a un super que nos aconsejan cerca del hotel. Al fin un super en la India! Nunca nos habíamos alegrado tanto de ver cereales kellogs, galletas maría o galletas digestive.

A la vuelta nos damos prisa, que está cayendo una buena. Las aceras se llenan de charcos y la gente de la calle sigue igual: tirado en el suelo mientras se ponen hechos un cristo. Lo gracioso es que de camino, medio corriendo, Borja pisa un charco y moja a un señor que cenaba por ahí. El marquesito se cabrea y nos echa la bronca, mientras cena con las manos y descalzo con toda la basura que hay en el suelo.

Llegamos al hotel y subimos a la azotea a cenar. Ahí conocemos a dos españolas que se van al día siguiente. Al no tener mesa, como caballeros que somos, les decimos que se pueden sentar en la nuestra. 

Compartimos muchas historias y anécdotas mientras esperamos a que nos traigan la cena, que tanto en la India como en Nepal es un buen rato. Nos cuentan que al norte de Delhi hay un pueblo bonito y muy tranquilo: Rhisikesh, donde fueron los Beatles a hacer yoga. Así que ya tenemos decidido nuestro próximo y último destino antes de volver. Mañana cogeremos los billetes de tren, pero ya vale por hoy que estamos sin fuerzas.

Día 19 (27 de julio, Kathmandu)

Otro día más, nos despertamos con el horario nepalí y no nos volvemos a dormir. Esto de despertarse a las 6 y estar despierto hasta las 11 de la noche es horrible y agotador, hay que desacostumbrarse cuanto antes.

Desayunamos muy pronto y para las 8 de la mañana ya estamos camino al Monkey Temple. Nos dicen que está cerca, pero tardamos un buen rato en llegar y nos pegamos la primera sudada del día.

El templo se encuentra en lo alto (muy alto) de una colina y para llegar ahí, tenemos que subir unas cuantas escaleras. Al llegar, un poli nos ve cara de guiris y nos pide 200 rupias a cada uno. Debemos ser los más pringados de la zona, ya que ahí nadie paga, sólo nosotros. Entre la sudada que llevamos y las pocas ganas que tenemos de pagar, nos sentamos al lado del poli a meterle presión, a ver si nos hace una pequeña rebaja. El tío se hace el duro primero, pero después de regatearle un poco, le decimos que somos estudiantes y cede, cobrándonos 150 a cada.



El templo tiene su encanto, aunque hay muchas obras y el mal día tampoco acompaña. Lo gracioso es que ahí hay una mezcla bastante rara: hay monos paseando, muchísimas palomas, guiris como nosotros, budistas y nepalíes.

Sacamos alguna foto y en 20 minutos estamos abajo cogiendo un taxi con dirección a la Durbar Square, en Patan. Patan es, digamos, un barrio al sur de Kathmandu. La plaza es la típica nepalí, con templos y jardines muy bonitos. Es una pena que esté jarreando y el tiempo no nos deje disfrutar.





Cogemos otro taxi para volver al hotel, que estamos calados. Dejamos las cosas y comemos un chowmein (pasta con verduras, comida típica china) en un agradable bar cerca del hotel. Estamos alucinando con los precios: dos platos, una botella de agua, una coca-cola y tostadas para acompañar la comida nos salen por 1,95 euros.

Descansamos un poco y por la tarde seguimos con las compras, que tiene que haber regalos para todos. Pero antes de terminar nos tomamos otro donuts gigante con café en la cafetería del día anterior.

Ya por la noche cenamos en el hotel otra vez y al pagar, como siempre, nadie tiene cambios. Lo de los cambios, tanto en la India como en Nepal, es más que curioso: nadie tiene cambios. Hemos llegado a la concluión de que debe haber una persona que tiene todos los cambios. Solo así se puede explicar que un taxista no tenga cambios para 500 rupias (5 euros), o que en un restaurante te dejen a deber porque no tienen cambios o simplemente tarden 15 minutos en traértelos. Ya nos vamos acostumbrando, pero al final terminamos diciendo: sólo tengo este billete, o me das cambios o no te pago.

En fin, después de este paréntesis sobre los cambios, la noche no da para más. En general, las noches tanto en India como en Nepal no dan para más. Echamos de menos ese ambiente nocturno que se vive en Donosti, sobre todo en agosto.

miércoles, 27 de julio de 2011

Día 18 (26 de julio, Kathmandu)

Nuestro cuerpo se ha acostumbrado al horario de aquí definitivamente. Nos despertamos sobre las 6 de la mañana y ya no podemos dormir. Así que nos levantamos, nos duchamos y bajamos a la calle, que Gurru tiene que hacer las últimas compras antes de marcharse. Pero antes preguntamos al chico de la recepción cuánto vale una habitación doble, ya que Gurru se va y no necesitamos la triple. Nos dice que lo mismo, por lo que decidimos cambiar de hotel.

Borja y yo nos vamos a desayunar, que nos morimos de hambre y no es plan a falta de pocos días para volver. Entramos en un café y bingo, nos volvemos a encontrar con la pareja catalana. Son muy agradables y después de hablar un rato, terminamos desayunando con ellos, que nos invitan a un café. Por lo visto se van hoy a la noche y además nos comentan que hay un hotel muy muy barato (10$ la noche) cerca de la cafetería. Así que después de desayunar y hablar un buen rato con los ellos, nos vamos a hacer el check out al otro hotel y el check in al nuevo. Pero antes decidimos preguntar si hay alguna posibilidad de adelantar el vuelo de vuelta a España, que estamos agotados y, porque no decirlo, con ganas de volver y ver a nuestra gente. Nos dicen que no hay ningún problema, por lo que cambiamos el vuelo Kathmandu-Delhi. El de Delhi Bilbao lo tenemos que hacer ahí mismo el día 28 de julio y cogerlo para el 29 de julio. Por lo que seguramente nos tengaís ahí el 29.

En ése momento nos despedimos de Gurru, que se le acaba la aventura asiática. Tiene el vuelo de vuelta a Delhi sobre las tres de la tarde y al día siguiente, el 29, Delhi-Bilbao.

Dejamos las cosas y comenzamos nuestro día de shopping por Kathmandu: plumiferos, libros, chubasqueros, camisetas, etc. Esta ciudad es el paraíso de los montañeros sin ninguna duda. 

Comemos un arroz con verduras por 3 euros y nos vamos a descansar al hotel. El nuevo hotel está muy bien: muy limpio, con buen servicio y gente agradable. La verdad es que es uno de los mejores en el que hemos estado. Pero los arquitectos no acertaron con la inclinación de la recepción, que tiene más cuesta que el funicular de Igeldo. De verdad, la mesa está totalmente inclinada y eso que el hotel es nuevo. Además ocurre como en el resto del país y en la India: hay ocho personas en recepción y sólo trabaja uno. Encima todos duermen en recepción. Viva la eficiencia sí señor.

Por la tarde seguimos con las compras, pero paramos a tomarnos un café con un pedazo de donuts gigante relleno de chocolate que nos alegra la tarde. 

A la tarde cenamos en la azotea del hotel y no hay más que contar. Como ya lo he dicho varias veces, Nepal es más tranquilo y más bonito, pero India es más gracioso y las aventuras son únicas.

Un saludo a toda la gente que nos sigue y hasta pronto, que puede que el 29 de julio nos veamos.

martes, 26 de julio de 2011

Día 17 (25 de julio, Pokhara-Kathmandu)

Una vez más, comienzo el blog contando que nos pegamos otro madrugón, para no perder la costumbre. Nos levantamos a las 5.30 de la mañana, que a las 6.30 tenemos que estar en la estación de autobuses para coger el bus con dirección a Kathmandu. A medio camino pararemos para hacer el rafting.

Andamos un kilómetro más o menos hasta la parada y sobre las 6 y pico de la mañana ya estamos sudando. Empieza bien el día. Llegamos y nos encontramos otra vez con los catalanes. Es increíble cuántas veces nos hemos encontrado con españoles, da igual a dónde te vayas que siempre vas a terminar juntándote a los de allí. Charlamos brevemente hasta que nos mandan a nuestro bus. Los catalanez nos cuentan que, si dices que eres argentino (al no asociarte con el euro), los precios que te ofrecen son más bajos. Así que a partir de ahora nos declaramos oficialmente argentinos de adopción. Lo gracioso es que acabamos diciendo que somos argentinos hasta a la gente que no nos quiere vender nada.

Nos montamos en el bus y antes de que arranque, tenemos la agradable sorpresa del chico de la agencia, que viene a despedirse de nosotros. Nos desea buena suerte con el viaje y con los estudios.

Sobre las 7 partimos hacia la parada en la zona del rafting y tardamos cuatro horas en llegar. Son cuatro horas para hacer 100 kilómetros, pero la verdad es que después de 16 días de viaje, nos hemos acostumbrado a las distancias y el tiempo.

En el autobús se nos sienta al lado un hombre con cara graciosa, que al instante lo apodamos Mitch Buckanan, por su parecido razonable con el vigilante de la playa. Eso si, este se gasta una barrig, pelo naranja y un bigote que le dan un toque único. El hombre nos da juego para un par de hora de viaje.

Vamos en el bus que no tenemos ni idea de dónde tenemos que bajar, por lo que le decimos al chico (uno con cara de poco espabilado) que nos avise. No nos fiamos mucho, por lo que preguntamos varias veces.

Al fin llegamos a la zona del rafting, a mitad de camino entre Pokhara y Kathmandu. Hace un calor que asusta y empezamos a sudar nada más bajar del bus. Nos equipamos con casco, chaleco y remo y bajamos por un pequeño camino hasta llegar al río. Cómo no, los nepalíes nos sorprenden una vez más con su eficiencia. Podían haber preparado los botes antes de que llegáramos, pero lo hacen cuando todo el mundo está listo. Tardan unos 20 minutos en prepararlos y aprovechamos para sacarnos unas cuantas fotos y fichar al típico listillo del grupo. En toda actividad de grupo hay uno que se las da de cabecilla, de graciosillo, vamos, el que se cree más listo que el resto. Pues fichamos al de nuestro grupo, que en este caso es un italiano.

Al rato, empiezan a darnos las instrucciones y nos damos cuenta de que el monitor lleva cinco minutos hablando y no nos hemos enterado de nada. Confiamos en que alguno caiga antes que nosotros, que somos jóvenes y deportistas.

Al terminar de darnos las instrucciones, nos vamos pitando a una barca donde no haya japoneses, ni italianos ni gitanos nepalíes. Nos montamos en uno los tres (los tres a un lado, dato importante), un dubaiti y una pareja de origen desconocido.

Los primeros dos minutos son muy emocionantes, con remolinos, grandes olas y saltos inesperados. Pero hasta ahí, a partir de los dos minutos el rafting (que supuestamente era un 5+ de 6 niveles) se convierte en una agradable travesía por el río. Sería agradable si no fuésemos hacia atrás en dirección Pokhara 42 kilómetros, camino que luego tenemos que volver a recorrer en bus. Eso sí, las vistas son alucinantes, con un río que se abre camino entre unas montañas espectaculares.

Sobre la hora la travesía empieza a aburrir, pero sólo hasta que el patrón ordena cambiar de sitio a Borja y al dubaití, enviándole a este segundo a nuestro lado y en primera fila. Pues el tío se come como cinco olas, que coincide con que son las más grande de toda la travesía, que le explotan en toda la cara. El pobre hombre (un señor de unos 55 años con barba) tiene tal susto en el cuerpo que a partir de ahí apenas puede remar.

Por si no fuera suficiente, la naturaleza se vuelve a ensañar con él (y casi con Gurru y conmigo), chocando contra una ola que por poco nos envía al agua. Pero al hombre le castiga en exceso, ya que tarda unos cuantos segundos en reincorporarse.

A todo esto, la pareja no sabe ni dónde está. Tienen frío, no saben remar y no saben inglés.

A las dos horas llegamos al final del trayecto. Lo gracioso es que para entonces ya la gente ni remaba, o hacia como que remaba confiando en que el de al lado lo hiciera. Pero al llegar y tener que remar algunos metros para llegar a la superficie, tanto nosotros como la pareja remamos como si nos fuese la vida en ello. El dubaití sigue intentado recuperarse del susto de las olas, que bastante tiene.

Al llegar nos cambiamos y cogemos primera fila para el lunch. La comida no es nada buena (¿tostadas con mermelada para comer?), pero como otros tantos españoles, guardamos unos cuantos paquetes de galletas en la mochila, por si las moscas.

Entonces para un autobús local con destino a Kathmandu. Nos montamos en él sin apenas despedirnos de la gente y al entrar sorpresa: el bus es una auténtica ratonera. Unos pocos metros cuadrados para mucha mucha gente (he subido un vídeo en facebook por si alguno se quiere hacer una idea). Tenemos que viajar ahí 100 kilómetros, que son unas cuatro horas.



A la hora del trayecto, que a la hora, a los veinte minutos del trayecto no podemos más. Nos horroriza pensar en hacer semejante viaje ahí, pero bueno, una experiencia más.

Para rizar el rizo, paramos a medio camino y, pensando que es una simple parada, bajamos a ver qué hay. Sin embargo, nos damos cuenta de que se nos ha pinchado una rueda. Ya no nos queda otra que tomárnoslo a risa. Es ahí cuando conocemos a un personaje clave en este día: Fructuoso Martínez, Fructu a partir de aquí.

Fructu es un tío, para que engañarnos, muy feo muy feo, pero muy polivalente. Lo mismo te cambia una rueda que te vende los billetes o trata de ligarse a una pasajera durante cuatro horas utilizando todas las técnidas de ligue existentes. El tío lo intenta y tiene empeño, pero la mujer lo rechaza una y otra vez. Pero es ahí cuando Fructu se desenvuelve como pez en el agua y saca su as de la manga: el clásico brazo al hombro. Pero nada, la chica no está por la labor y a Fructu le quedan escasos kilómetros para llegar al final del trayecto. Nosotros nos bajamos antes, por lo que nos quedamos con la duda de si nuestro don juan se la llevó al huerto o no, aunque todo hace indicar que el chico terminó solo.

Cogemos un taxi que nos lleva al hotel donde nos alojamos la otra vez, el hotel Thamel. Al llegar preguntamos al chico de la recepción cuánto vale una triple y noa dice que 2800 rupias. Nos echamos a reir, porque la otra vez nos costó alrededor de 1300. El pobre pone cara de "me han pillado" y se hace el loco. Pero al decirle que nos costó unos 1300, nos dice que no, que fue 1345. Parece ser que al final sí que s acordaba.

Dejamos las cosas, nos damos una merecida ducha y nos vamos a cenar a una azotea con música en directo. Crna y al hotel que, una vez más, son las 10 de la noche y estamos agotados. Y es que los 16 días de viaje pasan factura.

lunes, 25 de julio de 2011

Día 16 (24 de julio, Pokhara)

Nos pegamos otros madrugón, que hemos vuelto a quedar con Van Persie para hacer un treeking por la zona del Peace Pagoda. Sobre las 8.30 ya le tenemos en recepción esperando (esta vez con otra camiseta que no es la del Arsenal).

Primero vamos a la agencia de viajes, que el operador nos va a llevar en coche. En la agencia nos damos cuenta realmente de que Borja tiene la cara con unos cuantos buenos quemazos, como si le hubieran dado una paliza. Esto de quemarse estando nublado no parece ser nada bueno.

Empezamos el treeking y, no estoy muy seguro en que minuto pero en menos de 10, empezamos a sudar como si no hubiese un mañana. La primera parte es bastante dura, pero poco a poco llegamos a la zona llana, un camino bastante agradable. Entre descanso y descanso, Van Persie nos cuenta la situación de Nepal: de qué viven, la situación económica, política o la alta corrupción que vive el país. La verdad es que se agradece un guía que de algo de juego, no como el chófer de la India, que se dedicaba simplemente a gritar nombres de animales (aunque en su favor he de decir que era un chico simpático y muy servicial, raro en la India).

En un momento dado, le pido a V.P. que nos vaya sacando alguna foto, para no tenerlas todas posando. Error. El tío bate el record mundial de disparos por minuto al sacar unas 150 en menos de quince minutos (después en el hotel nadie me va a quitar mi media hora borrando casi todas las fotos que ha sacado).



Llegamos al Peace Pagoda, que es un edificio blanco en la cima de una colina en homenaje a Buddha, que nació en un pueblo cercano (en Lumbini exactamente). Nos sacamos unas cuantas fotos, nos cruzamos con los macarras de Phokara y nos tomamos una coca-cola en un bar cerca del edificio.



A partir de ahí comienza la bajada hasta llegar a una zona donde cogemos un autobús para ir al hotel. El bus es bastante peor que el que cogimos para venir a Phokara, pero nada se va a parecer al bus de vuelta de Pokhara a Kathmandu, que ya lo contaré mañana.

En el hotel pedimos al chico del hall que encienda los fogones y nos vaya preparando unos cuantos arroces, que hay hambre. Pero entonces llega el momento incómodo del día: el momento de pagar a Van Persie. El chico de la agencia nos dijo que eran 1500 rupias por día, por lo que le damos 3000, que sólo hemos estado unas 4 horas el día. Se queda esperando a la propina, pero somos estudiantes y no nos lo podemos permitir y además, como ya he dicho, simplemente han sido 4 horas.

Comemos y nos vamos a Lakeside nada más terminar (la zona turística de Pokhara), que Borja y Gurru tienen mono de moto. Yo me voy por mi cuenta a dar una vuelta, que ya tengo suficiente moto en Donosti.

Me tomo un café, facebookeo un poco, hago alguna compra y me voy a la zona del lago. Ahí conozco a un niño de 11 años (Dipsa). El chico es muy simpático y me dice a ver si me importa acompañarle a su casa, que tiene a su madre esperando en el portal. Le digo que, por supuesto, le acompaño y al llegar a su casa, su madre espera en la puerta.

Me invitan a pasar dentro y me sacan un café. La familia, muy agradable, me cuenta cómo es la vida en Phokara y cómo funcionan los coles aquí, aunque en poco tiempo me voy.

Mientras, a la misma hora y misma ciudad, Borja y Gurru dejan las motos a la media hora de haberlas cogido, que Borja está preocupado por sus quemaduras. Así que se van a un hospital, comen por segunda vez y vuelta al hotel.

Quedamos a las 6 pm en la agencia de turismo, que tenemos que pagar el rafting del día siguiente y, lo que no sabíamos, el coche de la mañana para hacer el treeking. Nos dice que la cantidad que queramos, y como no sabemos cuánto darle, le damos mil. Creo que le damos bastante más, porque el tío se pone contento.

Pero este chico nos cae bien. Nos da todos los detalles del rafting del día siguiente y, a partir de ahí empieza la clase magistral se marketing y RRHH. Da la casualidad de que reparte clases en la universidad, a parte de tener una agencia de turismo. Todo lo que nos dice nos da que pensar y, para meditarlo mejor, nos vamos a comer unos spaghettis a un restaurante cercano.

Parece ser que el camarero, a parte de ser camarero, alquila bicis también, porque intenta meternos unas cuantas para hacer excursiones.

Cenamos y nos vamos a tomar el cola cao al hotel, pero antes y de camino, Gurru nos da el momentazo del día: el martes se va vuelta a Donosti y le faltaba algo de dinero. Como le faltaba algo de dinero, pues se saca 30000 rupias (300 euros) y fuera. Ahora en serio, se le nubla la vista y ve un cero menos en la pantalla.

Llegamos al hotel y lo de siempre: cola cao, facebook y a la cama, que la vida nocturna de Pokhara no da para más (o la nuestra, que estamos muertos).

domingo, 24 de julio de 2011

Día 14 y 15 (22 y 23 de julio, Pokhara)

Llevamos ya tres días en Phokara y la sensación de tranquilidad nos invade por completo. Estos dos días han sido practicamente de relax total, incluso puede que demasiado, aunque no viene mal después de tantos días de viaje y aventuras. He de decir que echamos de menos las anécdotas, problemas y aventuras de la India, eso de hacer el check out y que te intenten cobrar dos noches más, o ir a la habitación y encontrarte con que ya no tienes habitación, que te lleven a una agencia de turismo oficial y esas cosas. Los que hayaís ido leyendo el blog ya me entendereís.

En Nepal la gente es mucho más agradable, intenta ayudar de verdad, sin nada a cambio (a veces),  y son muy serviciales. Sin embargo, les cuesta entendernos, tanto por el inglés como por gestos. Me imagino que será porque es otro país, con otra cultura y otras costumbres. Quién sabe.

Dormir en las faldas del Himalaya no es una cosa que se haga todos los días y la verdad es que lo estamos disfrutando. Es una pena que las nubes nos tapen casi a diario una de las montañas más altas del mundo.

Pero bueno, después de esta pequeña reflexión, me dispongo a contaros brevemente nuestros dos últimos días en esta ciudad nepalí.

El 22 de julio volvemos a madrugar, que hemos quedado con un guía a las 8 de la mañana para ir a hacer senderismo por unas montañas de alrededor. Le preguntamos como se llama y nos constesta que "mr. Happy", porque siempre está sonriendo (muy ingenioso). Lleva una camiseta del Arsenal con el nombre de Van Persie, así que a partir de ahora se queda con el nombre de Van Persie.

Cogemos un taxi y nos lleva a un monte. Así sí que se puede hacer treeking. Nos cobra unos 15 euros por llevarnos hasta ahí (tenemos la sensación de que, una vez más en este viaje, hemos sido timados) y partimos hacia la cima.

Las vistas son espetaculares, pero solo podemos ver el lago y el valle de Pokhara, ya que la zona del Annapurna está cubierta por las nubes.



Nos pegamos una buena sudada subiendo y después bajando a un lago. Lo curioso es que el cielo está totalmente cubierto y, aquí viene lo gracioso, nos quemamos. Esto solo nos pasa a nosotros: quemarnos sin sol. Al llegar al lago, Van Persie nos pregunta si queremos bordear el lago a pie o cruzarlo en barca. No sabemos por qué pero le decimos que no nos importa, así que en barca. Total, que salimos en barca y para cuando nos damos cuenta nos encontramos en esta situación: Gurru remando y Borja y yo achicando agua para que no se nos hunda el bote. Van Persie tirado descansando y además, tenemos que pagar cinco euros por cruzar el lago. Menudo chollo.



Tardamos una hora y llegamos completamente destrozamos, con la espalda y las ingles rotas. Necesitamos una coca-cola urgentemente para recuperar algo de fuerza, así que nos sentamos 10 minutos en un bar cerca del lago antes de coger un autobús de línea hacia Pokhara (una auténtica experiencia).



Llegamos al hotel igual que aquel día después de hacer el idiota y recorrer 50 kilómetros en bici en Kajuraho. Necesitamos el pack completo, esto es, comer y una buena siesta, que el cuerpo no da para más. El problema es que si te echas una siesta aquí y te despiertas a las 6 de la tarde, se te acabó el día. A partir de las 7 no hay nada que hacer. Por lo que charlamos con la gente, facebookeamos un poco (bastante) y cenamos en el patio del hotel. En este también, hemos instaurado la costumbre de cenar en el patio.

Al día siguiente tuvimos la gran idea de quedar con un pesado del hotel (que insistía una y otra vez con que fueramos) para ver el amanecer desde Sarangkot, un pueblo en una colina con unas vistas fabulosas del Annapurna. Nos despertamos a las cuatro de la mañana y sobre las 4.30 tenemos al tío este pesado esperando en el hall del hotel. La verdad es que no sabemos quién es, ni que hace ahí cada día, pero siempre está ahí, preguntándonos qué vamos a hacer al día siguiente y haciéndonos ofertas.

Cogemos el coche y vamos a Sarangkot. Al llegar, nos damos cuenta de algo que ya sabiamos: no vamos a ver un carajo. Una vez más, las montañas están cubiertas de nubes. Lo gracioso es que aquí siempre te dicen que al día siguiente seguramente se vean.

Total: madrugón, 10 euros al tío este y no vemos nada. Le decimos que mejor vámonos al hotel a dormir, y el muy caradura nos dice que esperemos, que seguramente se verán. Mira chico, ya nos la has metido, ya tienes tus 10 euros, vámonos a dormir, que además hace frío.

De camino, nos intenta vender parapente, treekings y más cosas, pero entre el sueño que tenemos y lo mal que nos cae, no le hacemos ni caso.

Vuelta al hotel y dormimos hasta las 10.30 de la mañana. El amanecer en Sarangkot parece un sueño, como si no hubiera pasado. Desayunamos en la terraza del hotel y sobre las 12 vamos a la zona turística, la zona cercana al lago, a alquilar un par de motos y así poder visitar a nuestro aire la ciudad.

Es curioso cómo funciona aquí el alquiler de motos: tu coges la moto y listo. Ni pasaporte, ni pagar al momento ni nada. La puedes coger y dejarla luego tirada en la cuneta.

Atraidos por su nombre, la moto nos da la posibilidad de ir a ver las Cataratas del Diablo ("Devil's Falls"). Total que son unas cataratas que sin más, y además, nos cobran el parking de la moto 5 rupias. Una vez más, nos lucimos.

De ahí nos vamos a la zona turística, a ver si comemos algo, que no sabemos por qué, pero nos encontramos muy débiles los tres (madres, no os preocupeís, que estamos bien). Comemos una pizza y después damos un paseo por la calle principal, que está llena de tiendas de ropa de montaña, restaurantes y librerías.

Sobre las cinco, le devolvemos las motos al pobre hombre, que no somos mala gente. Le pagamos 400 rupias por cada moto y nos vamos poco a poco andando hacia el hotel. Nos perdemos y después de andar un par de kilómetros a la deriva, tenemos la gran idea de preguntar dónde está el Hotel Himalayan View. El chico nos dice que está justo ahí, a 20 metros. Otra vez más, hacemos el idiota.

El resto del día es de relax. Ducha, charla en la terraza y cena antes de dormirnos.

Para mañana hemos quedado otra vez con Van Persie, que vamos a ir de treeking por la mañana, nuestro último día en Pokhara.

viernes, 22 de julio de 2011

Día 13 (21 de julio, Kathmandu-Pokhara)

Nos pegamos otro madrugón de los que hacen historia: a las 5.30 suena la alarma, que a las 6.30 tenemos que estar en la parada de autobuses. El día anterior compramos 3 billetes de autobus "turístico" (que supuestamente es mejor) con destino Pokhara.

Recorremos las calles de Thamel y encontramos la estación sin prolemas. Al llegar nos meten las maletas en un maletero con bolsas de queso y pescado congelado con un tufo que marea. Le decimos al chico que mejor las llevamos arriba, que no queremos oler a pescado.

Desayunamos un café en un bar al lado del bus y conocemos a una pareja de Pamplona, que también van a Pokhara. El tío es un poco guay, así que entre eso y la caraja que llevamos, pasamos inmediatamente de él.

Nos montamos en el bus y ahí empieza el super viaje: un viaje de unas 8 horas para hacer poco más de 200 kilómetros. Recorre 200 metros y nos dicen que nos tenemos que bajar, que ése no va a Phokara. Nos montamos en otro bastante peor y nos hacemos con todos los asientos de atrás. Al fin hemos descubierto una compañía peor que Pesa.

A priori, el bus no tiene mala pinta, aunque tenga asientos viejos y poca ventilación.

Tardamos una hora en salir de Kathmandu y justo después hay que cruzar una montaña. Para cuando nos damos cuenta, estamos en una carretera mal asfaltada, con 6 metros en doble sentido y con un precipicio de unos 100 metros al lado. Es increible cómo pueden circular camiones, autobuses o furgonetas por esa carretera.



El viaje se hace eterno. Para las 10 de la mañana llevamos 5 horas despiertos y aún nos quedan 5 más de viaje. Paramos a comer en un restaurante (arroz con verduras por un euro) y, sin tiempo para digerirlo, partimos, que aún queda mucho.

No sé por qué pero el bus va a peor según va acercándose a Pokhara. O eso o que no podemos más. Nos damos cuenta de que no tiene amortiguadores y sentimos cada bache o pequeño desnivel. En este momento tememos más por un golpe en la cabeza debido a un agujero que por un accidente.

Después de más de siete horas de viaje, al fin (sobre las 14 horas) llegamos a Pokhara. Tenemos al chófer particular esperando en la estación, al chófer y otros 10 taxistas-comisionistas haciendo ofertas. Les pregunto si nos llevan al Amara Plaza y al instante contestan: "yes, yes, 150 rupees" o "yes, of course, over here". Cuando les decimos que "but it is in Spain", se quedan con cara de sorprendidos y sin poder reaccionar. Aprovechamos el momento de confusión para ir al coche de nuestro conductor, que es una carraca.

El hotel que nos vendieron el día anterior está bastante bien: tranquilo, con personal amable e, importante, con vistas al Himalaya. Esperemos ver el Annapurna, que no todos los días se tiene la oportundad.

Aprovechamos la tarde para informarnos sobre el treekingen esta zona y quedamos en hacer uno al día siguiente por la mañana y otro el domingo. Además, quedamos con el chico de la agencia para hacer rafting de camino a Kathmandu el lunes.

Por lo demás no hay gran cosa que contar. Cenamos en un restaurante con terraza (en horario guiri,sobre las 7pm) y nos vamos al hotel.

El recepcionista es un chico curioso. Es un chico de unos 20 años que transmite felicidad. Se ríe por todo, aunque parece entender poco y no aparenta muy espabilado. Al po re hombre lo tienen aquí en recepción día y noche y somos nosotros los que le damos algo de juego. Pero eso ya lo contaré otro día, que es hora de irse a la cama.

Un abrazo a todos los amigos, familiares y parientes que nos leeís desde ahí. Aunque parezca mentira, os echamos algo de menos.

jueves, 21 de julio de 2011

Día 12 (20 de julio, Kathmandu)

Nos pegamos el madrugón del viaje. A las 5 de la mañana estamos desayunando en el maravilloso buffet del hotel.  Los camareros están bastante más dormidos que nosotros y, si ya de por si no es que sean muy cariñosos, imagináos cómo de amables tienen que ser recien levantados. Pedimos mermelada para las tostadas y uno nos dice que no.

En fin, un desayuno bastante malo y pitando a hacer las maletas, no vaya a ser que perdamos el vuelo después de tantas vueltas.

Tenemos al taxi esperando fuera para llevarnos al aeropuerto, que esta a unos 2 kilómetros. Facturamos las maletas y cogemos el avión sin ningún problema (esta vez sí). El avión va casi vacío. Parece ser que va a haber pocos turistas en Nepal.

Llegamos y lo primero que hacemos es el visado. Una foto, una hoja con datos y 25$: ya estamos en Nepal (chúpate esa Zuru).

Lo absurdo llega ahora: vamos a coger las maletas y para ello tenemos que pasar primero por un detector de metales (pero si acabamos de bajar del avión habiendo pasado ya otro?). Total que pita pero da igual. Cogemos las maletas y tenemos que pasar otro detector de metales. Como para ir armado.

Antes de salir del aeropuerto nos atacan varias agencias "oficiales". No es el agobio de India, así que decidimos pararnos y echar un vistazo. Como siempre, salimos con hotel y translado al mismo, pero pagando en el check out, no en el mismo aeropuerto, que era lo aue ellos querían. Venimos de la India, ya no nos pillaís. Total, que nos querían cobrar 20$ y acabamos pagando menos (unos 16).

De camino al hotel, nos damos cuenta al instante de que, como bien nos habían dicho, esto es muy diferente a la India, a pesar de compartir frontera: está menos poblado, la gente conduce más pausadamente y es más acogedora, aunque la ciudad está totalmente contaminada. Y no es por la cantidad de coches que circulan, sino por la calidad de los mismos, que echan un humo negro que asusta.

Llegamos al hotel y tiene buena pinta. Tranquilo, limpio e, importante, ¡con wifi! Parece mentira que Nepal esté bastante más desarrollado que la India en este sentido.

Nos damos un descanso y salimos a dar una vuelta, para un primer contacto con el país. El hotel se encuentra en el barrio de Thamel, una especie de centro turístico, lleno de tiendas (sobre todo con material de montaña escandalósamente barato) y restaurantes acogedores. Hacemos alguna compra (entre ellas tus cagados, Agirre) y nos damos cuenta de que la gente no es tan insistente como en la India. El regateo se lo toman con más cachondeo y no insisten tanto: si no quieres, no pasa nada.






Por la tarde callejeamos un poco y volvemos al hotel a descansar, que estamos agotados. Hace mucho que no conocemos la hora de las 5.30 de la mañana y el madrugón pasa factura.

Facebookeamos y charlamos un rato hasta que nos entra el hambre. Decidimos ir a un italiano que está a unos 15 minutos y, a pesar de ser las 7.30 de la tarde, la calle da miedo: no hay luces y la gente es, digamos, algo dudosa. Al no encontrar el restaurante, decidimos volver cuanto antes y cenar cerca del hotel. Buena decisión, ya que hay uno con una terraza donde tocan música en directo. Un poco de pasta y al hotel, que nuestro cuerpo no da para más. Además, mañana toca madrugar otra vez, que tenemos un precioso viaje de 8 horas a Phokara a las 7.00am. Pero mañana será otro día.

Definitivamente, en Nepal se está mejor.

miércoles, 20 de julio de 2011

Día 11 (19 de julio, Varanasi-Delhi 2)

Este día se puede dividir en dos cachos: la mañana y la tarde, o lo que es lo mismo, todo fatal y todo bien.

Por la mañana madrugamos para no llegar tarde al aeropuerto, que al fin tenemos nuestro vuelo a Nepal (a las  12.30 del mediodía). Desayunamos con nuestro amigo el camarero (sí, mi gran amigo, el gordito con gafas y bigote que no me quiso dar una miserable tostada), y nos vamos a la habitación a preparar las maletas.

Todo va según lo previsto: bonito día soleado, Gurru y yo nos encontramos mucho mejor y tenemos vuelo en un par de horas. Nuestro buen día se trunca de golpe cuando nos cruzamos con Hans Topo (una mezcla de Hans Topo de los simpsons y Andrés Montes) en la recepción del hotel. El muy canalla nos quiere cobrar la segunda noche y una botella de agua mineral (que se pagó al momento).



Ya pagamos las dos noches a nuestro queridísimo amigo Shafi y, hartos de tanto timo, le decimos que nos vamos a ir y que si quiere algo, que llame a la agencia. Hace una llamada al instante y en 10 minutos viene un chico de la agencia. Cuando se saca el tema del dinero pierden el culo, aunque sea cosa de un euro. En cuanto este dice que no tenemos que pagar nada, nos vamos pitando hacia el taxi, con dirección al aeropuerto de Varanasi.

Llegamos en media hora y, nada más llegar, nos la olemos al ver que el vuelo con destino Kathmandu no aparece en las pantallas.

Tengo que hacer un paréntesis en este momento para explicar cómo funciona el aeropuerto de Benares:

-Para entrar se necesita un billete de vuelo, si no, fuera. No hay despedida posible.
-Al entrar hay que pasar un detector de metales que, si pita, da igual. Además, al entrar nosotros podemos pasar bordeando el detector.
-Hay unas escaleras para bajar del restaurante, que dan a la calle. Si a uno se le olvida el billete en el restaurante (como me paso a mí), adiós, ponte a explicar esto a los polis.
-Para salir del restaurante a veces hace falta el billete también, incluso para coger el ascensor.

En esta situación, nos encontramos con que los de Air India nos envían a su despacho diciendo "no problem". Sabemos que no hay vuelo, pero no problem.

Entramos en la oficina y nos sentamos en el sofá. Nos explican la situación y nos ofrecen hacer noche en Delhi para volar el día 20 a Nepal. Aceptamos pero, como buenos negociadores-regateadores, nuestra última oferta es cambiar el vuelo incluyendo hotel en Delhi con transportes.

Nos dicen que bien y en poco tiempo, mientras preparan nuestros papeles, nos hacemos dueños del despacho. Nos sacamos unas cuantas fotos en modo automático, ojeamos varios ficheros, revisamos nuestro correo electrónico en el ordenador y empezamos a hablar con los empleados.



En ese momento llega el jefe y le dice a un operario que, por favor, nos saque de ahí. Nos envían al restaurante (del que sólo se puede salir con billete) y nos invitan a un café. Nos quedamos ahí un buen rato y les pedimos que nos saquen la comida también, con cargo a Air India. En 20 minutos tenemos una hamburguesa en la mesa.

Sobre las dos nos vamos a nuestra oficina de Air India, a ver qué comentan. Les pillamos comiendo y decidimos hacer primero el check in.

En ese instante sufrimos en nuestra propia piel, una vez más, la ineficiencia de los hindúes: hay 6 personas en la mesa, uno trabaja, otro habla por teléfono y los otros supervisan. Entonces aparece un hombre clave en este día: una especie de justiciero del pueblo. Un tío del ministerio de Turismo, que reprende al personal, léase en acento hindi: "estamos esperando aquí como idiotas, que nadie quiere trabajar y no hacen nada. Esto es lo que pasa con las agencias del gobierno". Claro que sí, un tío con un par que dice lo que hay. Eso si, ahí todo sigue igual.

Hacemos el check in y nos vamos otra vez a la oficina de Air India. Pasamos sin preguntar y le exigimos un café al jefe. Nos pregunta si con leche o sin leche y al salir, le paramos para robarle una tostada de la bandeja que se lleva. Nos sentamos en el sofá y con café y tostada en mano, vuelta a las duras negociaciones. Ahí nadie trabaja y les pedimos, por favor, a ver si podemos llegar a coger su vuelo.

Salimos a por otro café con un operario con billetes de avión, hotel cinco estrellas en Delhi, con desayuno y cena, y transportes.

El vuelo sale según lo previsto y a partir de aquí se podría decir que viene la parte positiva del día.

Al llegar a Delhi, Borja y yo cambiamos los vuelos de vuelta desde Kathmandu y solo nos cuesta 15 euros! Por ahora la cosa va bien.

Nos llevan en taxi al hotel y el hotel es bastante bueno, con wifi, habitaciones individuales al nivel europeo, buffet, etc. Pero sopresa: en el hall nos encontramos con unos 300 afganos gritando. Parece ser que el hotel acogía una convención de afganos. Lo que nos faltaba.

Nos vamos cada uno a su habitación y al fin nos damos un baño de agua caliente, que ya nos lo mereciamos.

Cenamos en buffet hindi bastante asqueroso y nos vamos pronto a la cama, que al día siguiente parece ser que sí, nos vamos a Nepal en el vuelo de las 7.30 de la mañana.

Ahí se acaba un día más, repleto de sorpresas. Uno se levanta en India y sabe cómo va a empezar, pero nunca cómo lo va a terminar.

martes, 19 de julio de 2011

Día 10 (18 de julio, Varanasi)

La noche es horrible, pero mejor nos saltamos esta parte.

Me quedo durmiendo en la cama hasta la hora que sea, para recuperar algo las horas de sueño y no llego al desayuno. Al haber devuelto casi toda la cena de ayer, tengo el estómago vacío y estoy falto de energías, así que decido ir al restautante a ver si, por favor, me pueden dar un par de tostadas para llenar la tripa. Una vez más, me envuentro con la hospitalidad de los hindúes. El camarero (un hombre bajito, gordo, con bigote y gafas, muy gracioso, de película) se me acerca y me pregunta si deseo algo. Le explico que he pasado mala noche y que necesito algo para recuperar fuerzas. El hombre me dice que la hora del desayuno ya ha pasado. Le vuelvo a contar la historia y le pido por favor si me puede sacar una maldita tostada. Me dice que espere y se va dentro. Sale con la carta del menú y me dice: no breakfast. Le doy las gracias y me voy de ahí, que me encuentro algo mareado.

De vuelta en la habitación, me tumbo en la cama. Gurru y Borja se van a visitar el mítico río Ganges. Pero el paseo no dura mucho, ya que Gurru se encuentra en un estado crítico. El panorama en la habitación es de fiesta total: en la cama sin apenas podernos levantar.

Decidimos hacer un pequeño esfuerzo y vamos a comer. La comida dura poco: yo me voy pitando sin apenas tomar el zumo, Gurru come un arroz blanco y se marcha con fiebre a la cama y Borja no come porque los spaguettis son "a bit spicy".

Después de la siesta, quedamos con Andersson, que se aloja en el mismo hotel, cerca nuestro. Quedamos para ir a ver el Ganges y coger un bote y dar un paseo. Ahí empieza la aventura de la tarde.



Cogemos un tuc tuc y nos vamos cerca del Ghat principal. Los Ghat son unas escaleras que dan al río Ganges, donde la gente se da un baño, lava la ropa o lanzan los cadáveres de sus seres más queridos.



Nada más bajarnos del tuc tuc, ya tenemos al típico guía que, por supuesto, "no money". Le decimos que si quiere venir con nosotros que perfecto, pero que no pensamos pagarle nada. El tío dice que muy bien, que no lo hace por dinero. Nos da una tarjeta (supuestamente para acreditar su oficialidad) y da la casualidad de que la tarjeta y la historieta son la misma que un hombre les ha dado por la mañana a Borja y Gurru. La historias que te venden son un poco triste además de poco originales, ahí van unas cuantas:

-Hola hola coca-cola.
-Barcelona, Madrid, Sevilla, Zaragoza, Messi, Villa (todo esto de carrerilla y sin apenas poder respirar)
-Mi hermano vive en Barcelona
-Oh, you're from Spain, beautiful place
-Tengo una novia en Valencia
-Que exportan a Bilbao, Madrid y Barcelona
-Mira mira Cachemira

Y muchas más que nos dejamos por ahí.

Estos días hay una especie de fiesta en Varanasi, el centro espiritual de la India. Los Marawayis, unos hombres vestidos de color naranja y procedentes de las zonas rurales, recorren más de 200 kilómetros descalzos para coger agua del Ganges y honrar a Siva en el templo de oro. La verdad es que es una ciudad que merece la pena ver a pesar del caos y la polución.

De camino al Ghat, vemos a un grupo de ancianos que esperan, cerca del crematorio, a su muerte. La imagen es muy dura, pero uno se acostumbra a ver este tipo de cosas.

Al fin llegamos al Ghat y el guía tiene alguna comisión con un patrón de alguna barca, ya que en seguida nos viene a ofrece un paseo en barca por 2000 rupias. Le decimos que no, que en la lonely planet pone que como mucho se pagan 200 por cada persona. Nos dice que su última oferta es 1900 rupias y le decimos que muy bien, que la nuestra es de 900. Nos vamos y el tío sigue insistiendo, bajando constantemente su "última oferta".

Al rato nos viene otro y nos dice que una vuelta de una hora por 250 rupias cada uno. Le decimos que 200 cada, pero no baja y aceptamos. La barca es para unas 15 personas y tenemos que esperar a que se llene. Como no viene nadie, nos dice que pasemos a otro más pequeño.



Empieza el paseo y la imagen es muy dura. Pasamos cerca del crematorio, donde las familias incineran a sus familiares en una hoguera. El guía nos informa de que no queman a gente que tiene lepra, muere por picadura de una cobra, mujeres embarazas, niños o clérigos, a estos los echan directamente al río en un saco. Así, vemos a unos cuantos cadáveres flotando durante nuestro paseo. Lo más fuerte es ver a niños bañándose y emjabonándose a esacos metros de los cuerpos.

Ya de vuelta, tenemos otra experiencia "Incredible India". Al bajarnos del bote, el hombre que nos había pedido 250 rupias por cada persona, nos pide 1000 en total. Le preguntamos a ver por qué y nos contesta que este barco era más pequeño, pero es que nosotros habiamos aceptado la oferta de 250. Hartos ya de este tipo de timos, le decimos que o coge las 750 rupias o nos vamos sin pagar. Las coge y nos vamos con el guía (que para entonces sigue con nosotros a pesar de no querer dinero) a por un rickshaw. Al montarnos en la moto, el guía nos pide una propina, la cantidad que queramos, siempre que dicha cantidad sea de su agrado. Le damos 100 rupias y pide más, así que que le den morcilla. Nos vamos al hotel.

El conductor nos pide 200 y le decimos que hemos hecho la ida por 100, así que le ofrecemos 100. Acepta, pero claro, al llegar al hotel nos pide 150. Le damos cieny que se vaya por ahí este también.

No sé cómo lo hacen pero los hindúes tienen la gran habilidad que hace que uno acabe el día cabreado, normalmente por dinero, ya sean propinas, precios desorbitados o timos. No hay día que no haya bronca.

De vuelta en el hotel, vamos a la habitación a ver el estado de Gurru. Esperamos por nuestro bien, y so re todo por el de él, que haya mejorado con el antibiótico. Parece ser que está mejor y decidimos bajar a facebookear un poco antes de ir a tomar algo al bar con Andersson.

Charlamos un rato, conocemos a unas pamplonicas y nos vamos a la cama, que mañana nos espera el gran día, que una vez más, se complicará por nuestros amigos los hindis.

lunes, 18 de julio de 2011

Día 9 (17 de julio, Varanasi)

La noche en el tren fue, como ya lo dije, una de las peores de nuestras vidas. Es algo difícil de contarlo, pero ahí vamos.

Nuestro gran amigo del tourist office "oficial" tuvo la gran idea de cogernos los billetes nocturnos de tren que, en vez de partir desde Kajuraho, lo hacía desde Jhansi. Jhansi es un pueblo que no está en el camino a Varanasi, sino que hay que volver hacía atrás. El tío nos dijo que había buses hacía allí y que solo tardaba dos horas. Una vez más, nos damos cuenta de que nos ha mentido, ya que preguntamos a los del hotel y nos dicen que hay unas cinco horas en bus. Además, el último bus sale a las 11 de la mañana, por lo que no hay posibilidades de ir a Jhansi.

El chico del hotel nos propone ir a Mahoba y coger allí el mismo tren, pero en vez de ir hacía atrás, estariamos más cerca de Varanasi.

Así que nos coge un coche para ir a Mahoba, como ya conté en el día 8.

Entramos en el tren casi en marcha y sorpresa, una más: el apuntador nos dice que teniamos que haber subido en Jhansi y que no tenemos cama. Claro, los listos de ellos lo que hacen es, cuando hay una cama vacía, revender el billete. Entre esto y que el del hotel no nos había dicho nada al respecto (seguramente para llevarse una comisión por lo que pagamos por el coche), tenemos que hacer un trayecto de 10 horas en tren de pie. Perfecto.

Mientras discutimos con el tío, nos ignora por completo y se dedica a decir "no, no" sin apenas mirarnos a la cara. Casi llegamos a las manos ahí mismo. Estamos bastante hartos de los hindúes. De verdad, la gente es muy mala aquí, nadie ayuda nada en absoluto. Una vez más, "incredible India".

Pasamos tres horas de pie, hasta que un tío nos dice, a las cuatro de la mañana, que hay tres camas vacias. Sin pensarlo, nos tumbamos y dormimos hasta las 9 de la mañana.

Nos despertamos casi en Varanasi y al salir del tren ya tenemos a 10 hindúes al rededor. Tuc tuc, taxi, guías,... Lo de siempre. Me paro a ponerme las lentillas y aquello parece un show: todos mirando viendo cómo me las ponía.

Regateamos con todos los conductores y vamos al hotel por 20 rupias. Lo de regatear es un arte, un arte que poco a poco empezamos a dominar. La verdad es que o te pones duro o te sacan hasta la última rupia.

Llegamos al hotel y hacemos el check in. El hotel tiene buena pinta pero, como siempre, te acaba defraudando.

Decidimos ir a la piscina de otro hotel, el hotel Surya. Nos lo habían recomendado y al llegar, nos damos cuenta de que sí, es bastante mejor. Llegamos con la camiseta empapada y nos vamos directos a comer algo, que llevamos 15 horas sin comer nada.

Al terminar, decidimos llamar al Shafi (el operador y gran amigo nuestro de la agencia) para que nos traslade a este.

Vamos a nuestro hotel y los de recepción no nos ponen más que trabas para hacer el check out. Aquí no te ayudan en nada, todo es dinero.

Al fin conseguimos irnos al otro hotel. Echamos siesta y al despertarnos, escuchamos música a tope en la piscina, algo así como dance hardcore hindú, de esto que suena en el Itzela de Varanasi. Decidimos probar suerte después de tanto tiempo sin fiesta, nos ponemos nuestros mejores trajes de gala y nos vamos a la fiesta.

Al entrar en la piscina, sopresa, nos quedamos de piedra ante tal espetáculo bochornoso: 20 hindúes en una piscina y lo mejor, un hindi con turbante solo bajo una carpa que echaba agua bailando como si no hubiera un mañana. Madre mía, menudo show. Puede que sean mala gente, pero son de lo más graciosos.

Un camarero nos invita a marchanos, ya que es una fiesta privada, pero tranquilo majo, que no tenemos ningún interés en permanecer ahí.

Vamos al bar del hotel y una vez más comprobamos la total ineficiencia de los hindis: hay unos 10 camareros pero tardan 10 minutos de reloj en servir una cerveza, que además, la traen caliente.

Tomamos alguna cerveza y nos vamos a cenar al hotel. Pedimos comida hindi (error) y nos vamos a la habitación.

La noche no es que sea peor que la del tren, pero tampoco es buena. Digamos que la comida hindi pasa factura.

Mañana último día en la India: tranquilidad por la mañana y bote por el Ganges.

domingo, 17 de julio de 2011

Dia 8 (16 de julio, Khajuraho)

Nos levantamos sobre las 8 de la mañana, que habiamos quedado con Andersson y Guillaume para desayunar en una azotea e ir a ver un templo del norte. Para las ocho y media tenemos a los dos esperando en el hall del hotel y nosotros aun sin ducharnos. Andersson debera tener una buena resaca, que ayer empezo a beber cerveza en la comida y acabo la velada antes de la hora en la cama y con dolor de cabeza.

Desayunamos tranquilamente en una azotea de un italiano (muy barato, por euro y medio 4 tostadas con mantequilla y mermelada, zumo de naranja, tortilla francesa y cafe) y nos vamos a uno de los pocos lugares interesantes del pueblo. La verdad es que es un sitio agradable, tranquilo y sin mucho ruido.

Sin apenas tiempo para despejarnos, nos encontramos con el momentazo del dia y descubrimos otra vez el por que de "Incredible India!". Al ser el templo mas bonito y mas cuidado del pueblo, la entrada cuesta 250 rupias (unos 4 euros). Preguntamos amablemente si el de silla de ruedas tiene la entrada gratuita y el de la taquilla nos dice que si, por lo que compramos 4 entradas. Al entrar por la puerta el policia le pregunta a Guillaume donde esta su entrada, y este le responde que en taquilla le han dicho que la silla de ruedas pasa gratis. Vamos a hablar con este y, al ver la cara de enfadado del policia, nos dice: "si, la silla de ruedas puede pasar gratis, pero el tiene que pagar la entrada". Por dios, pero esto que es? Si al final les tendremos que dar las gracias por no cobrarnos la entrada de la silla. En fin, una mas, y ya van unas cuantas en 8 dias.



El templo es de lo mas bonito que hemos visto hasta ahora. Un jardin bien cuidado con pequenos templos con figuras que ilustran el kamasutra. Damos un paseo, sacamos fotos y charlamos un poco. Es curioso como los hindues se quedan mirando fijamento a los occidentales sin decir nada. Por decir no dicen ni hello.




Hacemos el check out en el hotel y dejamos las maletas en recepcion. Hacemos alguna compra de productos basicos y entre ellas nos cuelan el timo del dia: despues de regatear unos cuantos minutos por unos canzoncillos, nos damos cuenta en el hotel de que nos los han vendido 8 rupias por encima del precio oficial, que estaban en la etiqueta de la caja. Ya no se si es que nos ven cara de pringados o es que es una camra oculta.

Comemos en el patio del hotel y para entonces nos hemos convertido en los amos del hotel: nos traen la comida al patio (cosa que lo hemos inventado nosotros), entramos en recepcion cuando nos da la gana, vamos al frigo del hotel a meter las botellas de coca cola, etc. Pasamos una agradable tarde de charla con Guillaume, Andersson, tres nuevas francesas que acaban de llegar al hotel, Genma (la de Guadalajara) y alguno mas que se acerca por ahi.

Para las siete y media preguntamos como va el tema del billete del tren que tenemos que coger a la noche, con destino a Varanasi. Lo curioso (por llamarlo de alguna manera) es que el idiota de la agencia nos vendio unos billetes sin confirmar aun. Y digo yo: como te pueden vender unos billetes, que ademas estasn pagados, pero sin confirmar? Esto solo ocurre aqui.

El colegui del hotel mira en internet y nos dice que tenemos cama, pero que en vez de ir a Jhansi a por el tren, es mejor cogerlo mas tarde en Mahoba. Es el mismo tren y se coge mas adelante, sin tener que volver atras.

Confiamos en el y nos pone un coche para ir a Mahoba. GRAVE ERROR. Si algo estamos aprendiendo aqui es que en la India no te puedes fiar de nadie.

Cenamos en el patio una vez mas y para las nueve tenemos al coche esperando en la puerta del hotel. Nos despedimos del frances y del brasileno (sobre todo del frances, que ya no le volveremos a ver) y al primero le deseamos lo mejor para su futuro programa.

El coche en el que viajamos es de los mejores que hemos visto. Vamos a toda leche por una carretera secundaria (secundaria de verdad), a oscuras y con "Give me everything" a tope. Asi, llegamos a Mahoba sobre las 23.15 de la noche y la imagen es subrealista: una estacion de tren con cientos de personas durmiendo en el suelo, una vaca comiendo carton, un perro comiendose una rata muerta, etc.

Pasamos algo de miedo, pero sobre la 1.15 de la manana llega el tren con destino a Varanasi. Felices de la vida, nos montamos en el, sin saber que nos aguardaba una de las peores noches de nuestras vidas...

To be continued

sábado, 16 de julio de 2011

Dia 7 (15 de julio)

Para motivar la lectura del blog (y para los fieles seguidores), hoy incluire varias fotos de nuestro periplo.

Llevamos una semana ya en la India y bueno, no es que nos haya encantado el pais. Hay algunos lugares que merecen la pena, pero en general el pais deja mucho que desear, tanto las personas como los sitios.

Despues de esta pequena reflexion, sigo donde lo dejamos en el dia anterior (noche en el tren). El viaje del tren es mucho mas agradable de lo esperado y dormimos bastante. Bueno, hasta que el hombre de la litera de arriba decide abrir la persiana y sentarse practicamente encima de Borja. Ya nada nos sorprende en este pais. Ahora, bajamos en Kajurajho porque el de arriba nos avisa, que sino nos vamos hasta Pekin.

El sleeper train esta bastante bien. A pesar de ir en la peor clase (en la tercera), cada compartimento tiene seis camas y se puede dormir perfectamente. Eso si, lo de los bocinazos debe ser costumbre, porque no es normal que un tren pite durante una hora entera. Seguramente seria para que las avcas se apartasen o algo asi.

Llegamos a Kajuraho, un pequeno pueblo entre Agra y Varanasi, aunque en otro estado diferente, no Uttar Pradesh. Nada mas llegar cogemos un rickshaw con el amigo brasileno y nos vamos al hotel que nos habia contratado nuestro gran amigo de la agencia de viajes. De camino al hotel nos intentan vender guias, excursiones, etc. Lo tipico, pero a las 7 de la manana uno no esta preparado para pensar y menos en esas cosas. Asi que "yes, yes" y al hotel.

A priori tiene buena pinta, con un patio interior decente y una habitacion mas que aceptable. Nada mas llegar nos damos una ducha (24 horas sin ducharse son muchas horas, tambien en la India) y decidimos desayunar en el hotel.

Despues del estres de Delhi, Jaipur y Agra, Kajuraho nos ofrece una senacion de libertad que aun no habiamos visto en este pais. Al ser un pueblo de 7500 habitantes, es un lugar tranquilo y con gente mas agradable. Aprovechando esa sensacion de libertad (y que somos del norte), decidimos ir a unas cataratas que estan aqui al lado: 20 kilometros. Cogemos unas bicis por dos dias (un euro cada) con Andersson (el brasileno).


Nos dirigimos a las cataratas sobre las 10 de la manana, a unos 40 grados. Al principio el viaje es placentero, incluso nos permitimos el lujo de cantar la melodia de Verano Azul. Esto dura unos 10 minutos y para el kilometro 5 ya estamos sudando como nunca, con la camiseta empapada completamente. Y aun nos quedan 15 kilometros.

Al llegar nos damos cuenta de que se nos habia olvidado lo que era India: 150 rupias cada uno. Intentamos regatear pero el tio no cede. Esperamos por si se aburre o se arrepiente y en una de estas llega un rickshaw con un aleman cuanto menos peculiar. Al hombre se le ve bastante harto del pais, de tanto pagar y de tanto timo. El hombre (Weiner a partir de ahora) suelta la mejor descripcion de India que hemos oido hasta ahora: "Incredible India!". Patentamos la frase, que refleja a la perfeccion el pais. Ahora mismo mientras escribo descubro este poster en el ciber:



Decidimos pagar y entramos a la zona de las cataratas (otros 3 kilometros). Con los huesos del culo a punto de romperse, nos sentamos a verlas y sacamos algunas fotos. Es un lugar bonito, pero nada mas.



Sobre la 13 horas, con mas de 40 grados, con mas de 90% de humedad, con el monzon pisandonos los talones y sin probar bocado desde las 7 de la manana, partimos de vuelta al hotel.

La vuelta me la ahorro mejor, que fue un autentico infierno.

Llegamos al hotel, nos damos una ducha y llegamos justo justo al restaurante. Pedimos una coca cola para no marearnos y le decimos al camarero que nos llene la mesa de comida cuanto antes. Dicho y hecho (pero a la hora): tortillas, arroces con verduras, patatas fritas y sandwiches de tomate.

Al rato llegan las catalanas y decidimos tomarnos la tarde libre despues de la locura de la manana. Sobre las 7pm nos juntamos bastante gente en el patio interior a tomar unas cervezas: dos catalanas, una de Guadalajara, otra de Corea del Sur, un brasileno, nosotros y un frances.

Tengo que hacer hincapie en este hombre. Es un frances (Guillermo, en castellano) que viaja por todo el mundo, y aqui viene lo mas impactante, EN SILLA DE RUEDAS. El tio es un crack. Nos cuenta como hace un tiempo conocio a un chico que viajaba por el mundo, al igual que el, pero grabandolo en video y ambos propusieron a varias cadenas francesas hacer un programa de como viajar por el mundo como mochilero y en silla de ruedas. Tuvieron no una oferta, sino tres de diferentes cadenas francesas. Ahora mismo se encuentra por la India y Nepal preparando su primer reportaje, que sera por Mexico.

Ademas de Guillaume, conocemos a mucha gente interesante e intercambiamos muchas anecdotas y experiencias, pero la sensacion de desencanto es general.

Sacamos comida, cervezas, postres, etc. y al final nos encontramos con que mucha de las personas se han ido sin pagar y con una factura de 1500 rupias! Pagamos, nos tomamos la ultima con un hombre muy simpatico del hotel (uno de los poco de verdad) y nos retiramos a la cama.

Cada vez nos quedan menos dias para ir a Nepal. El viaje esta siendo increible, pero no por el pais en si, sino por la gente que estamos conociendo, las risas que nos echamos con los de aqui y la agradable sorpresa que ha sido el descubrimiento de la comida hindi.

Me despido con la frase de nuestro amigo Weiner: "Incredible India!". Manana sera otro dia.

viernes, 15 de julio de 2011

Dia 6 (14 de julio, Agra)

Bueno, hoy sere mas breve que hemos bebido unas cuantas cervezas y no estamos en condiciones.

Ayer (al fin) pudimos ver el Taj Mahal. Por la mañana nos trajeron el desayuno a la habitacion (algo insolito en la India). Eso si, el tio trajo 3 tostadas (una para cada), mermelada y mantequilla para una tostada y el figura nos trae leche para un cafe. Todo esto despues de insistir preguntandonos si queremos tortilla, huevos, bacon, etc. Le pedimos, por favor, que nos traiga mas mermelada y algo mas de leche para poder hacer dos cafes mas. Pues bien, tarda unos 15 minutos de reloj y nos trae menos de la mitad de la tetera de leche. Y la mermelada, pues nada mermelada, toma mas mantequilla. Es desesperante.

Despues del pedazo de festin del desayuno, quedamos con el chofer en la entrada y nos vamos hacia el gran Taj Mahal. A pesar de que no nos guste mucho India, no apetece muchisimo ver en directo una de las siete maravillas del mundo.

El chofer nos deja donde el dia anterior, y por supuesto, antes de bajar tenemos a un tuc tuc, a un guia, a un vendedor y a otro vendedor de tickets esperando. Ya no picamos, que somos veteranos en esto del timo-regateo-estafa, asi que en un audaz movimiento, cambiamos de direccion y el pobre vendedor, conductor y guia nos pierden la pista.

El trayecto hasta la entrada sur del Taj Mahal es mas de lo mismo, asi que no voy a repetirlo. Sacamos tres tickets y nos cobran 2250 rupias (unos 33 euros), algo caro para ser India, pero nadaams entrar nos damos cuenta de que lo pagado merece la pena, y mucho. Pero antes entrar, como no, nos ataca otro guia. Le dejamos claro que no le vamos a pagar anda de anda, que el vera si nos acompana o no. Dice que ok y se viene con nosotros. Con el sacamos las tipicas fotos buenas y tontas: que si saltando, que si agarrando la punta del monumento, etc etc,e sas chorradas que uno hace cuando se es guiri.





Lo se, la sudada que llevamos no es normal. Pero tampoco es normal el calor que hace: mas de 40 grados y mas de 90% de humedad. Por favor, fijaos en el maravilloso monumento, no en la camiseta empapada. Es una pena el calor y el cielo nublado, ya que no nos deja disfrutar de la belleza del Taj Mahal.

Al salir, los vendedores nos vienen como vampiros, al cuello y sin piedad. Gurru cae y compra un mini Taj Mahal. Como buenos regateadores, le bajamos el precio a mas de la mitad (ya no nos la meten) y nos vamos que ese sitio es un horror (y ademas lo hemos vivido dos veces). Antes de llegar al coche nos metemos en un ciber para ver como esta la situacion despues de los atentados y a punto estamos de salir con un bilelte a Kuala Lumpur. No os peeocupeis que al final nos quedaremos en Nepal despues de la marcha de Mikel.

A la vuelta nos tomamos a risa los timos de los guias y vivimos el momentazo del dia: un guia nos viene ofreciendo billetes para el taj Mahal y nos dice que esta cerrado. Le decimos que si, que efectivamente, la entrada esta cerrada. El nos dice que nos vende los billetes y le decimos que si, que le compramos, pero que le pagamos mas, unas 1000 rupias. Un poco descolocado, nos pregunta si 1000 entre los tres, y le decimos que no hombre, que le damos 1000 cada uno si quiere. Nos dice que por el perfecto y entonces ya le decimos que sabemos que esta abierto, que hemos estado y que no hacen mas que mentir. Una batalla ganada.

Nos vamos. El chofer nos espera. Vamos a comer al Sadar Bazaar y le invitamos a nuestro señor conductor a comer, que a pesar de no saber ni papa de ingles, es un tio majo y enrollado (seguimos sin saber su nombre y si, es muy triste). El tio no se priva de anda: tortitas con verdura, lassi de banana (batido de platano) y mas cosas. Pero bueno, el operador de la agencia es un idiota, pero el pobe no tiene la culpa y se lo merece.

Al salir nos encontramos con la apasionante vida del centro de Agra: cafe, ciber, cafe, ciber, cena. No es nuestra culpa, no hay nada mas que hacer aqui. Preguntamos en el cafe al camarero (para siempre mi gran amigo Ravi) si hay algo que ahcer por esta zona. Nos contesta que hay un Pizza Hut con wifi. Esta bien, ponme otro capuccino. Pero el hombre se enrolla un poco y nos cuenta que es de Nepal, que viaja frecuentemente y como esta el tiempo ahora.

Despues de la apasionada tarde, el chofer nos lleva a la estacionde tren de Agra. Nos espera uno de los mayores retos de la India (iamginaoslo con una melodia de terror): viaje nocturno en tren. Llegamos y decidimos darle algo de propina al chofer. Se queda esperando y le daos 600 rupias (10 euros al cambio). Y en este momento me pongo serio y me cabreo un poco: ¿por que se enfadan al darle suna propina inferior a lo que se esperan? Es mas, ¿por que hay que darles propina (y mas habiendo pagado una cantidad descomunal)? En fin, son cosas que no entedere jamas.

Entramos en la estacion y madre de dios, esto es la mas absoluta miseria: gente durmiendo en el suelo, comiendo en el suelo con las manos o sentados en la tipica postura hindi que no me apetece explicar ahora.



Decidimos ir a la cafeteria y nos encontramos con una situacion cuanto menos peculiar: la entrada por fuera tiene un detector de metales, algo normal sobre todo despues de los antentados del martes. El chiste viene cundo nos damos cuenta de que por dentro de la estacion no hay anda de control. Y el chiste es mejor aun cuando nos damos cuenta de que la estacion en si no tiene detectores.

Dentro del cafe conocemos a un brasileno de Sao Paolo muy simpatico. Muy simpatico. Tanto que de tanto hablar casi pedermos el tren, y eso que llegamos dos horas antes a a estacion. Casualidad, nuestro vagon es el ultimo y nos tenemos que pegar un spring que casi nos quedamos sin lsa botellas de agua.

Al entrar al tren ¡sopresa (y buena)! Cada vagon tiene seis camas con sabanas, mantas y almohadas. Menudo lujo! No nos lo creemos, y eso que es la tercera clase (de las peores).

El viaje ha sido muy placentero y hemos dormido casi todo el viaje.

Como no tengo ganas de contar mas y el hindu del hotel nos saca mas cerveza, me despido. Buenas noches por Donosti o por donde esteis.  

jueves, 14 de julio de 2011

Dia 5 (13 de julio, Agra)

Antes de nada, queremos informar y avisar a todos los amigos y familia que nos encontramos bien. Ayer nos llevamos el susto del dia al leer la noticia sobre los atentados de Mumbay. Por suerte, nos encontramos a mas de 1000 kilometros. Nada mas conocer la noticia, hablamos con la agencia de viajes, que todo sea dicho, no nos ha ayudado nada en absoluto (aqui solo interesa el dinero), y con la embajada mediante el numero de emergencias. Estos nos dijeron que estaban hablando con la policia y que, por ahora, las unicas ciudades en alerta eran Delhi y Mumbay. A estas dos ciudades se les ha sumado hoy Calcuta, al ser las ciudades mas grandes.

El problema es que tenemos contratado con la agencia tanto los trenes como los hoteles de los proximos 5 dias. Si no lo hubieramos hecho, lo mas probable es que hoy mismo viajasemos a Nepal. Sin embargo, la cantidad que hemos pagado a la agencia es una suma importante (un autentico timo) y al conocer que la embajada no insta a irse del pais, hemos decidido terminar nuestros 4 dias restantes en la India e ir a Nepal.

La embajada conoce nuestra situacion, nuestro recorrido y tiene nuestro numero, por lo que en caso de emergencia, se pondrian inmediatamente en contacto con nosotros.

Despues de esto, me dispongo a contaros nuestro quinto dia por el norte de la India, esta vez en Agra, la ciudad del Taj Mahal.

Madrugamos y bajamos a desayunar (esta vez los tres). El desayuno, pues bueno, sin comentarios. Tostadas con pan del ano pasado, mermelada (esto si estaba bastante bueno) y corn flakes made in Hindi. Preparamos la maleta y bajamos a la plazoleta donde el dia anterior un pobre hombre se habia llevado el susto de su vida (para los que no lo pilleis, leeros el dia 4).

Salimos a las 8 de la manana con destino a Agra, la ciudad donde se encuentra el Taj Mahal. El viaje tiene mejor pinta que el primero: la carretera ("express highway" segun el chofer) es de lo mejorcito que hemos visto por aqui, con dos carriles y menos vacas de lo normal. Eso si, no faltan las tipicas motos en direccion contraria, piques entre camiones o badenes de un metro en medio de la autopista. Esto nos ha dejado alucinados: uno puede ir por la autopista y encontrarse con un baden que madre mia, o eso o con unas vallas de la policia.

A medio camino paramos en un sitio para no sabemos que. Preguntamos al chofer pero no se le entiende nada, asi que yes y listo. Mientras esperamos al chofer a que haga su no sabemos que, se nos acerca un un hindu con su mono (moyo a partir de ahora). El tio no se, pero Moyo es un crack. Da unas vueltas que ni Bruce Lee y obedece todo orden de su jefe. Hay un video grabado que intentaremos subir al facebook.



De camino paramos tambien en un restaurante de estos de carretera y al fin! Despues de cinco dias en la India encontramos patatas pringles, galletas digestive o chips ahoi. Pero, el precio casi triplica el de alli, asi que nada, a seguir buscando.

La llegada a Agra no puede ser mejor: en medio de lo peor de la ciudad y en medio de un caos terrible, nos encontramos de frente con el momentazo del dia: un tio no satisfecho con los servicios del tuc tuc (rickshaw) decide tomarse la justicia por su cuenta intentanto volcar el autocar con el chofer dentro. Casualidad, nos encontrabamos grabando el caos de la ciudad y si, tenemos el video del gran momento. Proximamente en fb tambien.

El camino al hotel es una mezcla de sensaciones, ya que al desconocer la situacion del hotel, cruzamos los dedos para que este en un buen sitio. Pero despues de unos cuantos dias en la India, hay una cosa que tenemos clara: mentalizarse para lo peor, siempre. Si te esperas una piscina "preciosa", lo mas normal es que la piscina sea algo normalito, y si en las guias pone que la piscina es normalita, adios. Y asi con todo, pero uno se va acostumbrando.

El hotel pues bueno, digamos que a la altura de las espectativas. En el check in nos preguntan todo tipo d einformacion que no estamos dispuestos a entregar: que si de donde venimos, que si a donde vamos, etc. Por lo pronto, no caemos muy bien al jefe, pero al final pasa. Pero entramos en la habitacion y sorpresa, la habitacion solo tiene una cama de matrimonio. Le pido amablemente al ayudante que nos traiga la tercera cama. Segun entra el amigo con la cama, me doy cuenta de que el somier es el mismo en el que duermen en la calle, no os imaginais que era eso. Le digo que hay no duermo y que traiga otro. Pero nada. Me vuelve a traer otro parecido con un carton para equilibrarlo. Voy a donde el jefe y le digo que no, que asi no. Me dice que no hay mas por lo que hay que dormir ahi.

Despues de marear y cabrear al personal (y mucho ademas), nos vamos con el chofer a comer y a ponernos al dia a un ciber. Sobre las cinco, tenemos al chofer esperando (y algo aburrido el pobre) para que nos lleve al Taj Mahal. Y bueno, aqui empieza la odisea.

Antes debo describir la zona del Taj Mahal: digamos que lo que le rodea no concuerda con la maravilla que hay dentro de la muralla. El parking esta situado a unos 2 kilometros de las entradas y llegando cerca de la muralla, hay una zona con muchisimas tiendas y restaurantes baratos.

Nada mas salir del parking, corrigo, antes de salir del coche, ya tenemos a un tuc tuc, a un guia y dos ninos esperando. Intentamos quitarnoslos de encima amablemente, pero nada mas salir del parking, un figura nos dice que, como no, la taquilla esta cerrada y que las tenemos que coger ahi. Claro, nosotros ya hemos leido todo este timo en los libros y nos lo tomamos a cachondeo. Le decimos que sabemos que esta cerrado. El tio insiste, y nos reimos, porque ya no nos queda otra.

El resto del camino es una autentica pesadilla. Nos atacan ochenta mil ninos, tuc tucs, guias, vendedores de lo que sea y nos intentan llevar a otro sitio que no es la entrada. Para entonces ya decidimos que lo mejor es tomarselo con humor, asi que empezamos a hacer las tipicas preguntas: de donde son, a donde van, etc. Ademas, con libro en mano, les preguntamos si quieren un guia y les empezamos a explicar como y por que se creo el Taj Mahal. A todo esto, llevamos una sudada que ni es normal.



Llegamos a la entrada y esta cerrada, pero porque el Taj Mahal se cierra a las 17 horas. Decidimos volver al dia siguiente y de camino nos quedamos en un cafe que no tiene nada que ver con la zona, al estilo Starbucks. Un buen cafe y listos para la vuelta, que es igual de dura que la ida.



Y bueno, despues ya nos enteramos de los atentados de Mumbay y dedicamos la noche a llamar a la embajada, a la agencia (que pasa de nosotro completamente) y a decidir que vamos a hacer.

Y bueno, despues de escribir todo lo sucedido durante el dia, me doy cuenta de que es una autentica parrafada. Para los que lo hayan leido, gracias, y para los que no lo hayan hecho, intentare ser mas breve en las proximas entrada. Pero sinceramente, es algo dificil con todo lo que nos esta sucediendo cada dia. India no es ninguna maravilla de pais, pero es realmente divertido.