Para el comienzo del viaje

domingo, 24 de julio de 2011

Día 14 y 15 (22 y 23 de julio, Pokhara)

Llevamos ya tres días en Phokara y la sensación de tranquilidad nos invade por completo. Estos dos días han sido practicamente de relax total, incluso puede que demasiado, aunque no viene mal después de tantos días de viaje y aventuras. He de decir que echamos de menos las anécdotas, problemas y aventuras de la India, eso de hacer el check out y que te intenten cobrar dos noches más, o ir a la habitación y encontrarte con que ya no tienes habitación, que te lleven a una agencia de turismo oficial y esas cosas. Los que hayaís ido leyendo el blog ya me entendereís.

En Nepal la gente es mucho más agradable, intenta ayudar de verdad, sin nada a cambio (a veces),  y son muy serviciales. Sin embargo, les cuesta entendernos, tanto por el inglés como por gestos. Me imagino que será porque es otro país, con otra cultura y otras costumbres. Quién sabe.

Dormir en las faldas del Himalaya no es una cosa que se haga todos los días y la verdad es que lo estamos disfrutando. Es una pena que las nubes nos tapen casi a diario una de las montañas más altas del mundo.

Pero bueno, después de esta pequeña reflexión, me dispongo a contaros brevemente nuestros dos últimos días en esta ciudad nepalí.

El 22 de julio volvemos a madrugar, que hemos quedado con un guía a las 8 de la mañana para ir a hacer senderismo por unas montañas de alrededor. Le preguntamos como se llama y nos constesta que "mr. Happy", porque siempre está sonriendo (muy ingenioso). Lleva una camiseta del Arsenal con el nombre de Van Persie, así que a partir de ahora se queda con el nombre de Van Persie.

Cogemos un taxi y nos lleva a un monte. Así sí que se puede hacer treeking. Nos cobra unos 15 euros por llevarnos hasta ahí (tenemos la sensación de que, una vez más en este viaje, hemos sido timados) y partimos hacia la cima.

Las vistas son espetaculares, pero solo podemos ver el lago y el valle de Pokhara, ya que la zona del Annapurna está cubierta por las nubes.



Nos pegamos una buena sudada subiendo y después bajando a un lago. Lo curioso es que el cielo está totalmente cubierto y, aquí viene lo gracioso, nos quemamos. Esto solo nos pasa a nosotros: quemarnos sin sol. Al llegar al lago, Van Persie nos pregunta si queremos bordear el lago a pie o cruzarlo en barca. No sabemos por qué pero le decimos que no nos importa, así que en barca. Total, que salimos en barca y para cuando nos damos cuenta nos encontramos en esta situación: Gurru remando y Borja y yo achicando agua para que no se nos hunda el bote. Van Persie tirado descansando y además, tenemos que pagar cinco euros por cruzar el lago. Menudo chollo.



Tardamos una hora y llegamos completamente destrozamos, con la espalda y las ingles rotas. Necesitamos una coca-cola urgentemente para recuperar algo de fuerza, así que nos sentamos 10 minutos en un bar cerca del lago antes de coger un autobús de línea hacia Pokhara (una auténtica experiencia).



Llegamos al hotel igual que aquel día después de hacer el idiota y recorrer 50 kilómetros en bici en Kajuraho. Necesitamos el pack completo, esto es, comer y una buena siesta, que el cuerpo no da para más. El problema es que si te echas una siesta aquí y te despiertas a las 6 de la tarde, se te acabó el día. A partir de las 7 no hay nada que hacer. Por lo que charlamos con la gente, facebookeamos un poco (bastante) y cenamos en el patio del hotel. En este también, hemos instaurado la costumbre de cenar en el patio.

Al día siguiente tuvimos la gran idea de quedar con un pesado del hotel (que insistía una y otra vez con que fueramos) para ver el amanecer desde Sarangkot, un pueblo en una colina con unas vistas fabulosas del Annapurna. Nos despertamos a las cuatro de la mañana y sobre las 4.30 tenemos al tío este pesado esperando en el hall del hotel. La verdad es que no sabemos quién es, ni que hace ahí cada día, pero siempre está ahí, preguntándonos qué vamos a hacer al día siguiente y haciéndonos ofertas.

Cogemos el coche y vamos a Sarangkot. Al llegar, nos damos cuenta de algo que ya sabiamos: no vamos a ver un carajo. Una vez más, las montañas están cubiertas de nubes. Lo gracioso es que aquí siempre te dicen que al día siguiente seguramente se vean.

Total: madrugón, 10 euros al tío este y no vemos nada. Le decimos que mejor vámonos al hotel a dormir, y el muy caradura nos dice que esperemos, que seguramente se verán. Mira chico, ya nos la has metido, ya tienes tus 10 euros, vámonos a dormir, que además hace frío.

De camino, nos intenta vender parapente, treekings y más cosas, pero entre el sueño que tenemos y lo mal que nos cae, no le hacemos ni caso.

Vuelta al hotel y dormimos hasta las 10.30 de la mañana. El amanecer en Sarangkot parece un sueño, como si no hubiera pasado. Desayunamos en la terraza del hotel y sobre las 12 vamos a la zona turística, la zona cercana al lago, a alquilar un par de motos y así poder visitar a nuestro aire la ciudad.

Es curioso cómo funciona aquí el alquiler de motos: tu coges la moto y listo. Ni pasaporte, ni pagar al momento ni nada. La puedes coger y dejarla luego tirada en la cuneta.

Atraidos por su nombre, la moto nos da la posibilidad de ir a ver las Cataratas del Diablo ("Devil's Falls"). Total que son unas cataratas que sin más, y además, nos cobran el parking de la moto 5 rupias. Una vez más, nos lucimos.

De ahí nos vamos a la zona turística, a ver si comemos algo, que no sabemos por qué, pero nos encontramos muy débiles los tres (madres, no os preocupeís, que estamos bien). Comemos una pizza y después damos un paseo por la calle principal, que está llena de tiendas de ropa de montaña, restaurantes y librerías.

Sobre las cinco, le devolvemos las motos al pobre hombre, que no somos mala gente. Le pagamos 400 rupias por cada moto y nos vamos poco a poco andando hacia el hotel. Nos perdemos y después de andar un par de kilómetros a la deriva, tenemos la gran idea de preguntar dónde está el Hotel Himalayan View. El chico nos dice que está justo ahí, a 20 metros. Otra vez más, hacemos el idiota.

El resto del día es de relax. Ducha, charla en la terraza y cena antes de dormirnos.

Para mañana hemos quedado otra vez con Van Persie, que vamos a ir de treeking por la mañana, nuestro último día en Pokhara.

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