Para el comienzo del viaje

viernes, 22 de julio de 2011

Día 13 (21 de julio, Kathmandu-Pokhara)

Nos pegamos otro madrugón de los que hacen historia: a las 5.30 suena la alarma, que a las 6.30 tenemos que estar en la parada de autobuses. El día anterior compramos 3 billetes de autobus "turístico" (que supuestamente es mejor) con destino Pokhara.

Recorremos las calles de Thamel y encontramos la estación sin prolemas. Al llegar nos meten las maletas en un maletero con bolsas de queso y pescado congelado con un tufo que marea. Le decimos al chico que mejor las llevamos arriba, que no queremos oler a pescado.

Desayunamos un café en un bar al lado del bus y conocemos a una pareja de Pamplona, que también van a Pokhara. El tío es un poco guay, así que entre eso y la caraja que llevamos, pasamos inmediatamente de él.

Nos montamos en el bus y ahí empieza el super viaje: un viaje de unas 8 horas para hacer poco más de 200 kilómetros. Recorre 200 metros y nos dicen que nos tenemos que bajar, que ése no va a Phokara. Nos montamos en otro bastante peor y nos hacemos con todos los asientos de atrás. Al fin hemos descubierto una compañía peor que Pesa.

A priori, el bus no tiene mala pinta, aunque tenga asientos viejos y poca ventilación.

Tardamos una hora en salir de Kathmandu y justo después hay que cruzar una montaña. Para cuando nos damos cuenta, estamos en una carretera mal asfaltada, con 6 metros en doble sentido y con un precipicio de unos 100 metros al lado. Es increible cómo pueden circular camiones, autobuses o furgonetas por esa carretera.



El viaje se hace eterno. Para las 10 de la mañana llevamos 5 horas despiertos y aún nos quedan 5 más de viaje. Paramos a comer en un restaurante (arroz con verduras por un euro) y, sin tiempo para digerirlo, partimos, que aún queda mucho.

No sé por qué pero el bus va a peor según va acercándose a Pokhara. O eso o que no podemos más. Nos damos cuenta de que no tiene amortiguadores y sentimos cada bache o pequeño desnivel. En este momento tememos más por un golpe en la cabeza debido a un agujero que por un accidente.

Después de más de siete horas de viaje, al fin (sobre las 14 horas) llegamos a Pokhara. Tenemos al chófer particular esperando en la estación, al chófer y otros 10 taxistas-comisionistas haciendo ofertas. Les pregunto si nos llevan al Amara Plaza y al instante contestan: "yes, yes, 150 rupees" o "yes, of course, over here". Cuando les decimos que "but it is in Spain", se quedan con cara de sorprendidos y sin poder reaccionar. Aprovechamos el momento de confusión para ir al coche de nuestro conductor, que es una carraca.

El hotel que nos vendieron el día anterior está bastante bien: tranquilo, con personal amable e, importante, con vistas al Himalaya. Esperemos ver el Annapurna, que no todos los días se tiene la oportundad.

Aprovechamos la tarde para informarnos sobre el treekingen esta zona y quedamos en hacer uno al día siguiente por la mañana y otro el domingo. Además, quedamos con el chico de la agencia para hacer rafting de camino a Kathmandu el lunes.

Por lo demás no hay gran cosa que contar. Cenamos en un restaurante con terraza (en horario guiri,sobre las 7pm) y nos vamos al hotel.

El recepcionista es un chico curioso. Es un chico de unos 20 años que transmite felicidad. Se ríe por todo, aunque parece entender poco y no aparenta muy espabilado. Al po re hombre lo tienen aquí en recepción día y noche y somos nosotros los que le damos algo de juego. Pero eso ya lo contaré otro día, que es hora de irse a la cama.

Un abrazo a todos los amigos, familiares y parientes que nos leeís desde ahí. Aunque parezca mentira, os echamos algo de menos.

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