Para el comienzo del viaje

miércoles, 27 de julio de 2011

Día 18 (26 de julio, Kathmandu)

Nuestro cuerpo se ha acostumbrado al horario de aquí definitivamente. Nos despertamos sobre las 6 de la mañana y ya no podemos dormir. Así que nos levantamos, nos duchamos y bajamos a la calle, que Gurru tiene que hacer las últimas compras antes de marcharse. Pero antes preguntamos al chico de la recepción cuánto vale una habitación doble, ya que Gurru se va y no necesitamos la triple. Nos dice que lo mismo, por lo que decidimos cambiar de hotel.

Borja y yo nos vamos a desayunar, que nos morimos de hambre y no es plan a falta de pocos días para volver. Entramos en un café y bingo, nos volvemos a encontrar con la pareja catalana. Son muy agradables y después de hablar un rato, terminamos desayunando con ellos, que nos invitan a un café. Por lo visto se van hoy a la noche y además nos comentan que hay un hotel muy muy barato (10$ la noche) cerca de la cafetería. Así que después de desayunar y hablar un buen rato con los ellos, nos vamos a hacer el check out al otro hotel y el check in al nuevo. Pero antes decidimos preguntar si hay alguna posibilidad de adelantar el vuelo de vuelta a España, que estamos agotados y, porque no decirlo, con ganas de volver y ver a nuestra gente. Nos dicen que no hay ningún problema, por lo que cambiamos el vuelo Kathmandu-Delhi. El de Delhi Bilbao lo tenemos que hacer ahí mismo el día 28 de julio y cogerlo para el 29 de julio. Por lo que seguramente nos tengaís ahí el 29.

En ése momento nos despedimos de Gurru, que se le acaba la aventura asiática. Tiene el vuelo de vuelta a Delhi sobre las tres de la tarde y al día siguiente, el 29, Delhi-Bilbao.

Dejamos las cosas y comenzamos nuestro día de shopping por Kathmandu: plumiferos, libros, chubasqueros, camisetas, etc. Esta ciudad es el paraíso de los montañeros sin ninguna duda. 

Comemos un arroz con verduras por 3 euros y nos vamos a descansar al hotel. El nuevo hotel está muy bien: muy limpio, con buen servicio y gente agradable. La verdad es que es uno de los mejores en el que hemos estado. Pero los arquitectos no acertaron con la inclinación de la recepción, que tiene más cuesta que el funicular de Igeldo. De verdad, la mesa está totalmente inclinada y eso que el hotel es nuevo. Además ocurre como en el resto del país y en la India: hay ocho personas en recepción y sólo trabaja uno. Encima todos duermen en recepción. Viva la eficiencia sí señor.

Por la tarde seguimos con las compras, pero paramos a tomarnos un café con un pedazo de donuts gigante relleno de chocolate que nos alegra la tarde. 

A la tarde cenamos en la azotea del hotel y no hay más que contar. Como ya lo he dicho varias veces, Nepal es más tranquilo y más bonito, pero India es más gracioso y las aventuras son únicas.

Un saludo a toda la gente que nos sigue y hasta pronto, que puede que el 29 de julio nos veamos.

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